Este fin de semana hemos tenido la oportunidad de viajar a Zúrich. Además de los muchos atractivos de esta ciudad, hemos disfrutado como nunca de sus platos más queseros.
El primer día fuimos a un sitio clásico, recomendado en todas las guías: Swiss Chuchi. Cuentan también con un hotel y desde una de sus terrazas asoma la vaca Heidi (no nos pudimos resistir a hacerle una foto).
Centrándonos en lo importante: optamos por empezar el viaje con una raclette y nos decantamos por la clásica, para centrarnos en saborear el queso al máximo. La sirven con patatas, en bolsitas como la de la foto que mantienen el calor. En el plato, además del queso en lonchas, listo para derretirlo en la raclette, había champiñones, tomates, maíz, un poco de pera, y pepinillos y cebolletas en vinagre.
La verdad es que no nos defraudó y, por supuesto, ¡no quedó ni media loncha de queso en el plato!
El segundo día llegó la esperada fondue, sin duda uno de nuestros platos favoritos. Era la primera vez que teníamos oportunidad de probarla en Suiza, así que nos dejamos aconsejar por una amiga que está viviendo allí y fuimos a Le Dézaley.
Optamos por probar la fondue con trufa y la normal y la verdad es que estaban sencillamente espectaculares.
Esta vez tenemos que confesar que las raciones sí nos superaron un poco y no fuimos capaces de terminar la fondue normal (que pedimos para tres personas y tenía un tamaño considerable).
Sin duda, ¡Suiza es un destino obligado para cualquier amante del queso! Y vosotros, ¿qué otros destinos queseros recomendaríais?